Curioso el cómo el piano que dibuja el fondo de éste cuarto marca el compás de la oración. Me agarra el pecho y lo suelta de nuevo, hace caminar una mano en mis entrañas, deslizándose, recorriendo los conductos de mi interior más carnal con la yema de los dedos, pulsados como en un piano, buscados y repasados. No voy de "cool" ni de "new urban" ni tan siquiera de "soft". La música marca los compases entre los que encuadramos nuestra vida. Unos la oyen flotar y la acoplan a sus escenas diarias, listos; otros la huyen o la dejan correr... deprisa y de lejos, ingratos.

Porque... dejar la cabeza ir en una escala y volverla abriendo los ojos a la caída... siempre que se hace inconsciente purifica, sin forzar, todo sale, surge y se nutre de sus propios placeres.

Lo cierto, es que me gustaría acompañar a éste post de un piano, un piano de fondo, como el que aquí suena, pero... prefiero que seas tú quien elija el suyo (y si puedes... comparte)


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