...algas...

Con los pies ahondando en las algas me pregunto si el crujir de éstas no despertará a la inoperable aberración que supone el subconsciente inmóvil. La calma baña la orilla con el balanceo constante que sólo las olas dan a la playa, renovando cuanto se escribe sobre la arena. Olas que borran los surcos que un día hice con los dedos, que otro amoldé sentado mirando al horizonte y oteando una respuesta en su divisoria. Ahora el crujir de las algas se sobrepone al tic tac del imparable reloj vital. ¡Quiero pararlo! Quiero poder decir que controlo algo más que a mi mismo, que controlo el cielo, la lluvia, el sol y sus eclipses... el tiempo.

pura piel

el tiempo se pierde en sus manos
se escapa como arena a un río.
Se pierde y se va cuesta abajo,
se agarra y recoge en las piedras.
Me pides que descalabre,
cuando ya estoy descalabrado.
Me pides que no arranque,
¡o eso creo en mi mente!
que me pides que no arranque
para evitar volver a arrancarte el corazón.
Ese que tanto queremos,
ese que tanto maltratamos;
unos por desgana...
otros por contratiempos.
Cada uno por su lado
y los dos rodando al viento.
Ruedan los carros afuera,
no lo hacen de noche y a tientas,
y tientas a mis engaños,
y me tientas desde antaño.
No quiero verme en tu regazo,
y tu me quieres entre tus piernas.
Me tiemblas, me atas, no llamas
yo espero... que lo hagas.
No quiero pero imagino
que será una cosa extraña
una maraña
esa que tanto me agarra,
esa que nunca escuchas,
esa que nunca escucho,
la que me desconcierta
sin tener nada para sustentar,
sus trozos, su tez incierta mirándose frente al espejo,
preguntándose si será feliz sin respirar.
Quiebra la voz,
descansa la cara,
sonrisa refleja,
la noche y desnuda,
la noche y desnuda,
desnuda por la noche,
desnudando a la noche,
desnudándose y quedándose
a pura piel.