El caballero de la triste figura: Lodo y sangre.

El caballero de la triste figura hace tiempo que abandonó a su gris corcel, lo envió de vuelta a la cuadra, para que se recuperase de las heridas que, en las pezuñas y costado, el tortuoso camino le habían provocado. El yelmo de bronce y visera quebrada, grabado al rojo vivo con motivos nada agradables, ya no envolvía su cráneo, decidió abandonarlo en días pasados. Descuidado caminaba, el muy ingenuo, a través del  sendero sinuoso del oscuro bosque de los sentimientos de su corazón. Eliminado el peso del bronce de su cabeza... se dijo a sí mismo "si de mi cuello alzo la gola, pesará aún menos mi alma". Y en el siguiente cruce de senderos inexistentes, abandonó la gola que protegía su frágil garganta. Así pudo gritar con menos esfuerzo y más claramente. Gritaba el caballero de la triste figura perdido en la maraña de ramas, senderos y personajes, pero no escuchó más grito que el de su eco en la montaña, y no acudió a su llamada nadie más que quienes por allí de casualidad pasaban y a hurtadillas susurraban "¿Qué tesoro o lance buscará el caballero de la triste figura que a todos nos tiene desconcertados?"  Confiado en sí mismo, apoyado en su paso firme, caminaba volviendo la vista de izquierda a derecha en un bucle infinito y de eterna búsqueda. La temperatura comenzaba a subir, que no el sol a mostrarse, y pensó "Sin el peto que envuelve mi pecho y sin la cota de malla que oprime mis pulmones, quizás respire mejor y pueda así caminar más velozmente." Desprevenido de los peligros del bosque en el que había dado curso su andadura, aceleraba el paso en un súbito impulso por llegar al final... tanto aceleró el paso de su viaje, que una rama descolocada golpeó su cabeza desprotegida provocando el desequilibrio del caballero de la triste figura, con tan mala suerte, que desplomó su cuerpo a peso muerto sobre una pluma que allí se encontraba, afilada y de pico, y que se clavó en el corazón de éste, hiriéndolo de muerte, quedando abandonado en el lodo crecido por las lluvias de todos éstos 7 últimos días grises. De sus labios... soneto III, P.Neruda.

Aspero amor, violeta coronada de espinas, 
matorral entre tantas pasiones erizado, 
lanza de los dolores, corola de la cólera, 
por qué caminos y cómo te dirigiste a mi alma? 
Por qué precipitaste tu fuego doloroso, 
de pronto, entre las hojas frías de mi camino? 
Quién te enseñó los pasos que hasta mí te llevaron? 
Qué flor, qué piedra, qué humo mostraron mi morada? 
Lo cierto es que tembló la noche pavorosa, 
el alba llenó todas las copas con su vino 
y el sol estableció su presencia celeste, 
mientras que el cruel amor me cercaba sin tregua 
hasta que lacerándome con espadas y espinas 
abrió en mi corazón un camino quemante.

7 comentarios:

R. dijo...

quedando abandonado en el lodo crecido por las lluvias de todos éstos 7 últimos días grises


Que pena no poder repartir sonrisas a distancia porque estos 7 días podría regalarlas.

Anónimo dijo...

yo le he dicho lo mismo 2 veces la ultima ayer la de antes hace 3 años,y aunque pase página parece que siempre está en la cabecera

Tuchis dijo...

Hola escribes muy bacan, saludos desde el mundo de los sueños

XyTö_^^ dijo...

ke dotes para escribir tienes pedazo de cabron!!jaja ^^

un abrazo!

(acabastéis en salaB el viernes??)

Unknown dijo...

gracias por lo que me cuentas,ya sabia yo que una vez que empiezas no puedes dejarlo,pero te equivocas con lo de mis dibujos,ojala salieran tan facil pero me he empeñado en intentar hacer las cosas mas lentas y solo dibujar cuando necesito hacerlo o cuando tengo algo que decir,no asi tanto con la escritura que me parece mas un desahogo que otra cosa.un abraciño

n., dijo...

nice, cerkadelmar.

pasaxeira dijo...

Resucitará.