El vuelo del cóndor.

Y se ilustraban el uno al otro, no había cuerpo, todo era aire. Palpable, permeable a la piel, intenso hasta en los huesos, cálido como una sonrisa cercana...

Tal vez era sólo el tiempo, tal vez el aire entremedio y... casi todo era etéreo, también las palabras. Se convencían de que todo el misticismo que les rodeaba era magia sin serlo, cuando en realidad el misticismo que les rodeaba era exhalado por los poros de su piel. Y así inundaban sus vidas y su entorno, haciendo de la vida un camino por recorrer, una aventura por descubrir, un sin fin de eternos misterios que... no no. Todo se simplificaba a... a aire.

Aire.

2 comentarios:

CeRkadELmAr dijo...

¿DÓNDE DEMONIOS ESTÁS, AIRE? Dónde estás... porque me ahogo sin ti.

Cristina Polidura Varela dijo...

Yo no lo sé donde estará,lo único que sé es que me ha encantado el pequeño relato....


Si lo buscas,al final de sueño igual lo ENcuentras.......xD