El Caballero de la Triste Figura y su hablar al observador

Un caballero perdido surca la arena del sierto. Tuareg de ligeras telas y arduo corazon, alma en pena vagando en su sinrazón. La huella en el desierto de su huesuda planta desnuda... no marca... sino siembra... el dolor desde su montura. Caballero al trote desmembrado del que se sabe sin resorte, vagando y con un porte del que no se alcanza a deshacer. Tormo quiebro en la sabiduría de los años de tristezas, de amargas alegrías... y de duras penas. Siervo de si mismo en sú búsqueda de lo absoluto (n.) fugaz como su alma, puta como su desgracia. Desarmado, abatido, punzado y quebrado por las ramas y las certeras plumas tintoras del camino, aún sigue en pie aquel del que todos hablan, aún sigue en pie, desaparecido en los cauces de su destino, pero en pie. Es Él. "Bienvenido, Caballero de la Triste Figura, alma en pena del delirio errante, constante, altivo. Resuenan en mi gruta las herraduras de tu caballo, el plateado y estilizado corcel gris de la lasciva huesura. Riesgo de la cordura... y prestos a tu figura... nos inclinamos ante la gruta de tu desconocido perfil, ancho y astuto, de zorro viejo y zorro." Ante lo dicho, el Caballero de la Triste Figura abrió sus eternos ojos ambrientos y en la vorágine del astío de sus cuencas vacías y reclamó, con el puño en lo alto ensortijado por la piedras del payaso, la vil mentira por la que le habían reclamado. "Arta está mi alma de aguantar ésta carga, que ni bien pesa ni molesta, siempre me deja despierta el alma de la serranía mía. Alba a la sombra de los juncos, caudal frondoso de su andar ligero, en tus aguas navegar yo quiero como hoja en invierno. Sea presa de sus garras, o bien mandíbulas, o bien su karma, quiero yo morir entero, de nuevo, y sin remedio. Que de trizas llené el saco del sabor de mil abrazos que no llegaron ni siquiera a la suela de mi tierra en pena. No es de mi costumbre hablar cuanto quiera, pues soy jinete sin galope, al trote de mi vida entera y mudo como el desobre, de quietos silencios efervescentes y arduas luchas internas. Un yaciente trovador de mil versos nunca escritos y mil caras conocidas. Sírvase mi vida entera a morir por ésta causa, que no amarga ni contagia a los pobres de pensamiento. Sea grande ésta nuestra empresa, y sea enorme la sin razón, que en éste camino de púas... no se camina sin pasión..." Y así agachó su siempre altiva cabeza, el Caballero de la Triste figura. Y dejando entrever su aciago rostro se dejó, de nuevo perder en la lontananza de su alboroto. 



Pensamiento del CTF (Socorro al aire, porque antes o después... por ti me faltará)

2 comentarios:

R. dijo...

"Me falta el aire porque por mi se han bebido hasta el viento"

MâKtü[b] dijo...

"Que de trizas llené el saco del sabor de mil abrazos que no llegaron ni siquiera a la suela de mi tierra en pena" me encanta ^^

Aunque no me gusta que haya agachado su altiva cabeza...